Por: Álvaro Álvarez Díaz
Los aficionados cubanos desean ver mayores atractivos en la celebración de la serie nacional y convertirla, de verdad, en el mayor espectáculo deportivo del país. Algo similar le ocurre a los jugadores. Facilitar el intercambio con sus admiradores y la prensa puede hacerla más interesante, en esto la televisión tiene que desempeñar su función y los directivos de la Comisión Nacional y de los equipos deben cooperar.
Aquí me detengo, porque la intención del colectivo de realización del espacio Antesala (previa del juego que transmite ese día la TV) requiere de mayor dinamismo; por ejemplo sugiero insertar alguna de las principales figuras y glorias deportivas de Cuba, específicamente de béisbol, para conocer sus criterios valorativos de la serie, el desempeño de los peloteros, los detalles técnico-tácticos y cualquier otra precisión que considere.
Es preciso buscar la fórmula que propicie el interés del público por disfrutar de un buen partido, sobre la base de los análisis de especialistas que, por favor no sean únicamente los llamados “nacionales”, hay que darle oportunidad también a los “provinciales” que en la mayoría de los casos tienen más información que los primeros, porque están más cerca de los equipos.
Ahora mismo se adoptó la drástica medida de eliminar el seguimiento de las emisoras provinciales de radio a los equipos de cada territorio. A mi juicio una decisión antipopular, porque son muchos los aficionados que han manifestado su inconformidad por la sencilla razón que desean escuchar la descripción de los narradores-comentaristas que representan sus intereses y aporten detalles que enriquecen la transmisión.
Quizás alguien cuestione estas opiniones alegando problemas económicos. Sin embargo, me atrevo a asegurar que si se hace un estudio minucioso del asunto hay un innecesario grupo de funcionarios que aportan menos al espectáculo que los dos narradores, el estadístico y el chofer, de una transmisión de radio, encargados de hacer llegar a los aficionados lo que realmente desean escuchar.
Se impone, igualmente, crear un mecanismo más efectivo de propaganda en los propios estadios, que los peloteros estén identificados con el público, siempre cumpliendo con los parámetros de respeto desde y hacia las gradas. Colocar puntos de venta que permitan adquirir una gorra, un pullo-ver con la identificación del equipo de su preferencia, algunos folletos con el calendario de la serie, las nóminas de los equipos participantes, postales con los peloteros y su desempeño en los certámenes en que han participado. Pregunto ¿es muy difícil lograr eso? ¿estoy soñando?.
Aseguro que lo anterior puede ayudar a evitar la violencia en los estadios, los insultos a los jugadores, árbitros, las faltas de respeto y las muestras de incultura que se aprecia en la mayoría de las instalaciones deportivas del país. Y digo que puede contribuir a eliminar esos disparates porque el aficionado estaría más identificado con el jugador, aunque justo es señalar que a veces los protagonistas demuestran soberbia ante el reclamo de aficionados, incluso de periodistas y se consideran el ombligo del mundo.
Dejo para el tercer y último capitulo de esta serie, otros aspectos que considero de suma importancia en el afán de alcanzar la profesionalidad, la calidad y el espectáculo que merece el pueblo, para que la serie nacional sea realmente una fiesta deportiva que podamos disfrutar todos. Los managers y los árbitros necesitan también pulir detalles, con el objetivo de ganar en respeto entre ambos.
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