miércoles, 23 de junio de 2010
Pálida demostración incrementa la duda.
Por: Álvaro Álvarez Díaz
Muy pocos se atreven a opinar y mucho menos a valorar el alarmante descenso que experimenta el boxeo cubano en los últimos tiempos, después de participar en certámenes internacionales. Quizás el hecho de haber sido durante años la disciplina con mayor aporte al movimiento deportivo cubano, ha provocado que los aficionados se muestren cautelosos a la hora de emitir criterios, incluso de calificar el desempeño de algunas figuras en las competencias que participan.
Aún está fresco en la memoria de todos, el resultado en el reciente torneo panamericano efectuado en Quito, Ecuador, donde la representación criolla sólo accedió a lo más alto del podio en dos ocasiones. El ligero Yasniel Toledo que se impuso ocho a tres al boricua José Pedroza y el ligero-welter Roniel Iglesias victimario diez a dos ante el mexicano Juan Pablo Romero.
Según opinión de los entrenadores cubanos hubo decisiones muy cuestionadas como la del pleito de los 69 Kilogramos entre el santiaguero Carlos Banteur y el brasileño Mike Carvalho que favoreció al segundo 9-6 y en los 81 kilos donde el agramontino Julio César La Cruz cayó 9-10 frente al ecuatoriano Ítalo Perea.
Hasta aquí se puede entender, por suerte la afición cubana siempre ha confiado en los criterios de los preparadores y la dirección del colectivo técnico. Sin embargo me resisto a creer en una evaluación positiva de lo acontecido en esa lid, independientemente del segundo lugar por países con 19 puntos producto de las dos de oro, tres de plata e igual cantidad de bronce, detrás de los anfitriones que acumularon 23 unidades.
Recuerdo que en una ocasión anterior me referí a los buenos tiempos del boxeo cubano, a las grandes figuras que siempre inspiraron confianza en cualquier cuadrilátero. No voy a ser muy extenso, prefiero mencionar algunos como el gran Teófilo Stevenson, Adolfo Horta, Angel Herrera, Pablo Romero, Jorge Hernández, Douglas Rodríguez, y más acá, los Félix Savón, Ariel Hernández, Héctor Vinent, Mario Kindelán, Julio González, entre otros.
Es cierto que por varias razones el equipo Cuba perdió de golpe y porrazo a sus principales figuras, algunos decidieron tomar otro camino, otros se vieron afectados por las lesiones pero, estimo oportuno reconocer que faltó solidez en la base. Antes, los certámenes nacionales en Cuba gozaban de una calidad impresionante, en cada división existían púgiles capaces de sustituir al principal en su peso y hacerlo bien.
Ahora el panorama ha cambiado, cualquiera le gana a cualquiera pero no porque tenga mayor calidad, es porque, excepto en la división de los 64 kilos donde Roniel Iglesias ha demostrado ser el dueño absoluto sin posibilidades para otro, el resto gana y pierde ante rivales considerados de inferior categoría. Se acabaron los cinchetes en las diferentes divisiones.
No se trata únicamente de las competencias de mayor envergadura como los Juegos Olímpicos o el Campeonato Mundial donde los púgiles cubanos han descendido notablemente, ahora ni siquiera en un evento del área podemos ejercer el dominio que nos permitió ganar el respeto y la admiración de atletas y técnicos en el continente.
Esta alarmante situación jamás se pasa por alto, los aficionados disfrutan de lo que acontece en el Mundial de Fútbol, conocen detalles de la preparación de los peloteros cubanos que asistirán al Torneo de Haarlem y el Mundial Universitario pero sin dejar de tratar el tema del boxeo en cuanta peña deportiva se reúna, en cualquier parque, en la barbería, en la terminal de ómnibus y hasta en la casa. No olvidemos que junto con el béisbol, el boxeo constituye una de las grandes pasiones del cubano y es muy difícil asimilar un resultado que no se corresponda con lo que realmente espera el público.
A raíz de lo ocurrido en el panamericano, provoqué una sana discusión entre los integrantes de una improvisada peña deportiva que cada mañana coinciden en el parque central Jesús Rabí del municipio Contramaestre, territorio ubicado a unos 890 kilómetros al Este de La Habana, pero que aseguran haber visto muchas peleas de boxeo y se autodefinen conocedores del viril deporte.
Salieron a la luz disímiles opiniones y les muestro algunas: el envío de prestigiosos entrenadores cubanos a otros países ha posibilitado el desarrollo de la disciplina… Ha mejorado la calidad de los boxeadores en las naciones del área centro y sudamericana…. Hemos descuidado la atención a los municipios y provincias que tradicionalmente aportaban a la preselección nacional… ¿Qué ha pasado con el boxeo en Santiago de Cuba?...Hay muy pocos representantes de este territorio en el equipo nacional.
Sin ánimo de ofrecer conclusiones, estimo necesario un análisis pormenorizado de la situación actual del boxeo cubano. Coincido con la mayoría de los criterios, aunque justo es reconocer el valioso aporte que nuestros especialistas hacen a las naciones hermanas, es preciso también no descuidar la calidad, el talento y estabilidad de los púgiles antillanos, prepararlos bien para enfrentar con éxito el exigente calendario internacional y que el boxeo cubano siga siendo el buque insignia en el medallero de las citas múltiples, de lo contrario se pierde la confianza y aumenta la duda.
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