Debate con algunos integrantes de la Peña Deportiva 24 de Febrero, en Baire.
Por: Álvaro Álvarez Díaz
Foto: Juan Carlos Roque Alonso
Vuelvo sobre el tema porque sigue siendo recurrente por estos días. Los aficionados y la prensa especializada están empeñados en la necesidad de una serie selectiva, extra, especial o como le quieran llamar, para elevar la calidad del béisbol cubano. Sin embargo,son muchas las limitaciones en todos los órdenes y así es prácticamente imposible creer en algo que pudiera solucionar las deficiencias de lo que para el cubano constituye la pasión nacional.
En una ocasión anterior escribí un comentario similar sobre la base de los criterios que aportaron algunas personas interesadas en ver una solución al asunto, pero teniendo en cuenta el principio de que para subir el techo, como plantean algunos, es preciso fortalecer los cimientos, de lo contrario se trata de algo ficticio, carente de los imprescindibles elementos que son vitales para lograr revertir la preocupante situación existente desde el Cabo de San Antonio hasta la Punta de Maisí, con la Isla de la Juventud incluida.
Para llegar al meollo de lo expuesto propongo comenzar por el principio, y cito como “mal” ejemplo al municipio santiaguero de Contramaestre donde vivo: Aquí existen “cinco” instalaciones con las condiciones mínimas para jugar al béisbol, incluso tres con sus gradas, cerca perimetral, pizarra, cabinas para transmisión y los dogauts, pero…. aquí es donde se complica el panorama; no hay pelotas, guantes, bates y mucho menos spikes, uniformes, cascos de protección, etc, etc, etc.
Un entrenador me comentó que al iniciar este curso escolar, en el mes de septiembre de 2009, fue a una escuela con el objetivo de captar algunos muchachos con determinadas cualidades físicas fundamentalmente. En un momento se agruparon unos treinta niños interesados en el béisbol. La cita quedó pactada para el horario de la tarde. A las 4:30 fue en busca de los futuros peloteritos, los llevó al estadio, les enseñó el terreno, los invitó a realizar algunas simulaciones en la grama para comprobar la familiaridad con la disciplina.
Todo transcurría de maravillas hasta que un pequeño de unos ocho años le preguntó por los guantes, las pelotas, los bates… y él tuvo que responder: no tenemos, pero lo importante es el interés de ustedes, comenzaremos con la preparación física hasta tanto podamos contar con esos implementos. CONCLUSION: al otro día fueron cinco, al siguiente tres, hasta que se quedó solo.
Pregunto entonces: ¿Será posible incrementar la calidad del béisbol cubano, si los niños no tienen lo indispensable para su práctica? Además es obvio que el resto de las categorías, dígase 11-12, 13-14, 15-16, en fin, estén en una situación parecida.
Algunos pudieran esgrimir que hay equipos en las provincias que asisten a los eventos nacionales; estoy de acuerdo pero, es cierto también la cantidad de infantes con las condiciones y el talento requeridos para convertirse en un jugador de alto rendimiento y se sienten decepcionados.
Por lo tanto, teniendo lo anterior como botón de muestra, urge priorizar la base. Darle mayor atención a esas instalaciones que se están deteriorando poco a poco y necesitan explotación. No basta con celebrar juegos entre barrios, como sana recreación, que no dudo son importantes, pero se impone cumplir con las exigencias en el aporte al futuro.
Hay que pensar en lo que sucede arriba, sin dejar de mirar hacia abajo. Es ahí donde se requiere de mayor masividad, que se juegue pelota (así también se conoce en Cuba el béisbol) en todos los lugares. Suministrar a los técnicos y entrenadores en las áreas los materiales necesarios para enseñar los principios fundamentales del deporte.
Soy un defensor al ultranza de la serie nacional, y comparto el criterio de muchos colegas; se pudiera ampliar el calendario sin cambiar la estructura, incluso voy más allá, acomodar el certamen doméstico de manera que pudiéramos insertarnos en un torneo tan importante como la serie del Caribe. Ahí, si podemos medir la calidad de nuestro béisbol. Vamos con el equipo campeón y cinco refuerzos, a enfrentar elencos de Venezuela, Puerto Rico, República Dominicana y México.
Además el jugador tiene otro incentivo, se entrega en el terreno, se preocupa por la calidad del equipo, hay interés por ganar el campeonato. No podemos olvidar que para el pelotero cubano el único motivo es integrar la selección nacional, no hay otro.
A propósito siempre he pensado que las preselecciones nacionales son injustas, porque se da el caso del atleta que rindió ofensiva y defensivamente con números impresionantes; sin embargo, tiene que ir a eliminarse con otros que quizás estuvieron en la media, pero tienen nombre.
Considero oportuno, en aras de salvar el béisbol cubano, para que siga siendo el mayor espectáculo deportivo en la Isla, revisar con lujo y detalles todos los nocivos elementos que empañan su calidad. Para exponer lo que pienso acerca de ese tema propongo un segundo encuentro.
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