lunes, 7 de junio de 2010
No se trata de selectiva, sino de incentivos (3 final)
Por: Álvaro Álvarez Díaz
Los criterios aquí vertidos no tienen necesariamente que coincidir con los de el resto de especialitas y aficionados. Estoy convocando a un análisis sobre la base de las opiniones que escucho a diario; es la disciplina profesional la que me obliga a conocer cómo piensa la gente, cuáles son sus inquietudes. Además considero oportuno que alguien se encargue de amplificar las acertadas valoraciones de muchas personas que conocen el tema, porque están viendo béisbol hace décadas.
Recientemente alguien me comentó: el béisbol cubano hay que verlo antes y después del clásico mundial. Otro dijo: a partir de la llegada de los profesionales a las principales competencias que rige la Federación Internacional (IBAF por sus siglas en inglés), si porque se ha demostrado hasta ahora que nos falta profesionalidad en lo que hacemos. Urge preparar a los managers para asumir el reto que significa lograr la excelencia en el terreno.
A esto debemos agregar; es preciso mejorar ostensiblemente la calidad de los árbitros cubanos a partir del respeto que ellos mismos sean capaces de imponer cuando desempeñan su trabajo, el espectáculo tiene que ser su principal compromiso. Cuando se permite que funcionarios de la comisión nacional o provincial, incluso la Policía entre al terreno a decidir por encima de los oficiales del juego se pierde todo tipo de autoridad, ante los atletas y la afición.
En todos los sectores de la vida existe la especialización; por ejemplo el ortopédico no debe examinar el corazón y el neurocirujano nada tiene que buscar en los riñones, cada uno en lo suyo. Los árbitros deben conocer también su destreza y dominio en el desempeño de sus funciones. No todos pueden trabajar en la función de principal (detrás de home), por muchas razones.
Pudiéramos enumerar los constantes errores que empañan el espectáculo y donde, lamentablemente, están enrolados los encargados de impartir justicia. La zona de strike se ha convertido en un gran dilema que nadie es capaz de resolver, si tenemos en cuenta que no hay uniformidad. Unos cantan la bajita, otros la pegada, incluso algunos prefieren las esquinas. Todo esto confunde a los pitchers y a los bateadores. Imagine que en una misma subserie se encuentran con tres tipos diferentes de conteos.
A veces se exagera cuando de protestas se trata. Los bateadores la emprenden con el principal cuando consideran que se ha equivocado, y algo similar ocurre con los lanzadores que también forman su berrinche ante, lo que ellos consideran una mala apreciación del árbitro.
Al pelotero indisciplinado en la caja de bateo hay que requerirlo, pero tampoco puede convertirse en una novela, ni andar con romanticismo. Conozco de indicaciones precisas al respecto: cuidado con expulsar un jugador porque eso va contra el espectáculo, la expulsión sólo en casos extremos y así orientaciones por el estilo.
Y ahora me viene a la mente una interrogante: ¿cómo en el clásico no hay tantas protestas?. Ahh porque ahí no andan con paños tibios. Recuerdo que en el primer certamen de ese tipo; el receptor cubano Ariel Pestano tiró a tercera con el bateador en dos strikes, tratando de impresionar al árbitro para que le cantara el tercero, y de inmediato el hombre de negro le hizo la advertencia: No, no, prohibido hacer eso.
Aunque no pretendo cerrar el tema, considero resumir, por esta vez, que para ganar calidad en el espectáculo se necesita “PROFESIONALIDAD” en todos los sentidos. Eliminar todos los detalles negativos. Abogo por una buena serie nacional, con más juegos en el calendario. Pudieran ser 120 partidos, pero en el 60 se quedan los ocho mejores del país y continúan hasta terminar la etapa clasificatoria y mantener el mismo sistema de play-off, que está demostrado, es lo que llena los estadios.
Basta ya de buscarle la quinta pata al gato con lo de la serie selectiva que, todo el mundo sabe que aquí no hay pitchers para completar cuatro y mucho menos seis equipos capaces de ofrecer un torneo élite con los requerimientos que se necesitan para que la afición vaya a los estadios. Se han intentado múltiples fórmulas (Copas Revolución, Superselectiva, etc, etc) y hasta ahora ninguna ha sido capaz de satisfacer al respetable, por lo tanto es preciso enriquecer la serie nacional; en lo técnico, lo táctico, la disciplina del público y de los protagonistas. Crear un ambiente competitivo que permita a los aficionados de todo el país disfrutarlo hasta el delirio. Que los estadios se conviertan en un lugar agradable para todos.
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