viernes, 19 de febrero de 2010

Entrega y calidad por caminos diferentes



Por: Álvaro Álvarez Díaz

Es bien conocido que para los cubanos la serie nacional de béisbol, a pesar de la merma que ha tenido en calidad, sigue siendo el espectáculo deportivo que mayor número de aficionados reúne en las instalaciones, frente a sus televisores o escuchando la radio, es por eso que el campeonato nacional de fútbol y la liga “superior” de baloncesto, apenas constituyen temas para la polémica en las muy concurridas peñas deportivas.

A veces se trae a colación el tema del baloncesto específicamente y es obligatorio recurrir al tiempo, el implacable. Los que tuvieron la dicha de disfrutar la época dorada del baloncesto cubano, década del setenta en el siglo XX, recuerdan a los estelares Pedro Chappé, Alejandro Urgellés, Ruperto Herrera, Rafael Cañizares, Tomás Herrera y Juan Carlos Domeq entre otros.

La clarinada se produjo en las Universiadas de 1970, donde el elenco criollo se ubicó en la tercera plaza tras vencer dramáticamente a la selección de Italia, después vino el triunfo ante Estados Unidos en los Juegos Panamericanos de Cali´71, terminaron segundos en el Festival Mundial de Perú 1973, y el muy discutido cuarto lugar en el Mundobasquet, celebrado en Puerto Rico en 1974.

Pero antes se alcanzó el podio olímpico, fue en los Juegos de Munich 1972, cuando la representación antillana terminó en el tercer puesto, parece un sueño el recuento, saber que le ganaron a España (74-53), a Checoslovaquia (77-65), Australia (84-70), Japón (108-63) y a ¡¡¡Brasil!!! (64-63), en la fase regular, para después vencer espectacularmente a Italia (66-65) en la discusión del bronce.

Sin embargo hoy la situación es muy distinta, deserciones aparte, hace mucho tiempo que no estamos entre los mejores de Centroamérica y mucho menos del continente, la última vez que un equipo masculino asistió a unos Juegos Olímpicos fue Montreal´76.

Es evidente el avance que experimentan los argentinos, brasileños, venezolanos, panameños, y… los cubanos detenidos en el tiempo, muy poco roce internacional, se hace difícil conseguir topes hasta con los vecinos, se perdieron los torneos internacionales en Cuba, y con la transformación que ha experimentado este deporte en el mundo, si no conseguimos insertarnos, al menos en el área, las perspectivas son nulas.


Antes mencioné la época de esplendor del baloncesto masculino cubano y sería imperdonable olvidar al artífice de esos triunfos gloriosos, Carmelo Ortega Miranda, merecedor hace un año de la distinción; Maestro de Generaciones, por su significativo aporte al movimiento deportivo cubano, quien además tiene conceptos muy bien definidos de lo que necesita esta disciplina para colocarse en un lugar de privilegio.

“Se requiere cambiar la mentalidad, el baloncesto contemporáneo es diferente al que se jugaba hace veinte, treinta años. Han variado las reglas. Ahora se dispone de 24 segundos para tirar al aro y eso implica jugar más rápido, simplificar sistemas tácticos. En la actualidad solo tres jugadores terminan las acciones ofensivas. Hay que reconocer que es el deporte con mayor desarrollo a escala mundial y mantiene la preferencia por su constante espectacularidad”…sentenció Ortega.

Y con el permiso del profe, agrego que es preciso mejorar la efectividad en los tiros en todas las distancias, es alarmante observar el errático comportamiento de nuestras principales figuras en los tiros libres, se requiere de una mayor disciplina técnica en el desempeño de los centros debajo de las tablas, muy pocos jugadores cubanos se desenvuelven bien de espalda al aro, además el base-organizador debe ser inteligente y habilidoso, excelente en el drible para garantizar la estrategia en el plan ofensivo.

El torneo, mal llamado “Superior”, cumple con las intenciones de ver algunas individualidades, pero pensemos que no se puede quedar ahí, los talentos necesitan probarse en un certamen más exigente, jugar como equipo, elaborar criterios ofensivos y defensivos bien definidos, de lo contrario nos mantendremos fuera del concierto internacional. Así podremos fusionar los términos entrega y calidad que hoy andan por caminos diferentes.

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