miércoles, 7 de septiembre de 2011

Inconforme vitalicio



Por: Álvaro Álvarez Díaz
Foto: Internet y Ecured

Sería ir contra mis sentimientos si cambio el criterio de lo que acaba de acontecer en la lejana urbe sudcoreana, Daegú, escenario del campeonato mundial de atletismo al aire libre; en relación con el desempeño de la nutrida representación cubana (31 atletas). Realmente discreto, es el calificativo más acertado, bien lejos del soberbio que alguien ha utilizado, quizá para asegurar compromisos.

Diez atletas entre los ocho finalistas, ninguno en la pista, cuatro medallas (una de plata y tres de bronce), ninguna en la pista; no puede, de ninguna manera dejarme conforme. Si hubo Enrique Figuerola, Aurelia Pentón, Miguelina Cobián, Silvio Leonard, Leandro Peñalver, Alberto Juantorena y Ana Fidelia Quirot, ¿qué ha pasado?.


Y no es que pretendamos vivir de la historia, los tiempos cambian, es cierto pero:
¿Quién justifica que Rafael Fortún, en la década de los años cincuenta del siglo pasado, corriendo en pista de tierra, hambriento, desnutrido, haya marcado 10.4 segundos en cien metros y hoy con muchas más posibilidades en todos los órdenes, no tengamos uno solo que por lo menos le haga muecas a Bolt en el bloque de arrancada?

Me quito el sombrero ante Rubén Camino, (por cierto no fue a Daegú) el entrenador de Lázaro Borges quien preparó con todo a su discípulo, a pesar de las limitaciones con la utilización de una pértiga que nada tenía que ver con las del resto de los competidores, menos mal que llegó una de Pamplona, España. Igualmente el reconocimiento a Navas el profesor de Yarisley Silva, quien no estaba tampoco en los pronósticos y se ubicó quinta.

Ahora, quiero argumentos que me convenzan: ¿Cómo Borges, Yarisley, Guillermo Martínez, que necesitan implementos con tecnología de avanzada supieron competir sin complejos y además ubicarse en la vanguardia, y otros que solo requieren de short y zapatillas no aparecieron?

Cuba está inmersa en un proceso de reordenamiento laboral, que incluye la austeridad en todos los sectores, el ahorro de recursos de toda índole, hacer más con menos, entonces: ¿Cómo nos damos el lujo de llevar una delegación de más de treinta atletas, otro número de entrenadores, federativos, etc, etc y regresemos con ¡cuatro medallas!? ¿Cuántos entrenadores, hace rato, no aportan nada al medallero de Cuba en eventos internacionales?

Alguien explicó antes de la competencia que los incluidos en el grupo habían cumplido con las marcas mínimas exigidas, por favor… revisemos eso. ¿Tienen relación con las exigidas en Daegú para acceder a finales?

Con vehemencia nos referimos al esfuerzo que hizo tal o mas cual atleta, pero tenemos que acabar de darnos cuenta que se premian los resultados, no el esfuerzo. Un atleta puede ser muy entregado, disciplinado, sin embargo su desempeño no cumple con las exigencias de un deporte que cada día crece más.

Están por delante otros compromisos, los Panamericanos por ejemplo. Se impone otro discurso, ya está bueno de decir que esta es la mejor preparación de la historia y después decepcionar a toda Cuba. Crear falsas expectativas hace tanto daño como no conseguir una presea u ocupar un lugar decoroso en cualquier especialidad. Hasta que no me demuestren lo contrario seré un eterno inconforme.

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