martes, 14 de junio de 2011

Versión fiel del original



Por: Álvaro Álvarez Díaz
Foto: Internet
matancero@gritodebaire.icrt.cu

Me alegro infinitamente de la cantidad de mensajes enviados a este comentarista por cubanos y extranjeros, opiniones diferentes acerca de lo que ya constituye un problema para el deporte en este país: mantener las posiciones de privilegio en algunas disciplinas y en otras tratar de ubicarnos entre los primeros, o al menos, dejar una grata impresión en los escenarios competitivos.

Hasta el boxeo ha cedido espacio, no solo en el mundo sino también en el continente, el dominio casi absoluto de los pugilistas criollos es pasaje histórico. En ocasiones escuchamos decir: ha mermado la calidad del boxeo cubano, sin embargo justo es reconocer que, los demás también se preparan y deben ser tomados en cuenta.

No descubro el Mediterráneo si les digo que, las decisiones de algunos de abandonar sus equipos en el esplendor de su carrera, ha sido uno de los factores que influyen y a la postre determinan en la consolidación de x disciplina. Por eso nos corresponde, en primera instancia, admitir el daño que causa la ausencia de un talento que no prolifera en las instalaciones y áreas deportivas de la Isla.

Confieso que lo anterior es admisible. Ahora bien, lo que me cuesta mucho trabajo asimilar es que algunos colegas y hasta especialistas en el tema se aventuren a emitir pronósticos sobre la base, exclusivamente, de la entrega, la voluntad y el coraje de nuestros atletas, sin analizar que hacen falta otros detalles en el orden técnico-táctico, y en habilidades que solo se alcanzan con el roce al más alto nivel.

Es evidente que los tiempos han cambiado y debemos reemplazar el enfoque a la hora de hacer referencia a un equipo o atleta que participará en una lid internacional. Primero: debemos respetar al rival y mucho más si tiene un currículo de mayor preponderancia que el cubano. Segundo: evitar la atmósfera sobredimensionada de nuestros representantes entre los aficionados, porque se corre el riesgo de la decepción, tal y como ha ocurrido en las últimas épocas.

Incursionó el equipo cubano de balompié en la Copa de Oro de Fútbol que continúa en varias ciudades estadounidenses; ¿y qué pasó? Desastre total, humillación, penoso desempeño, el ridículo… ¡16 goles! permitidos en tres partidos. La peor actuación de una selección cubana en este tipo de certamen.

Ahora el gran dilema: ¿de quién es la culpa? ¿De Odelín Molina? No. ¿De la defensa? No. ¿De Raúl González Triana? Ahh, un momento, tiene una cuota importante de responsabilidad. Él nos hizo creer en ese grupo de baluartes del balompié en Cuba, incluso después de la goleada ante Costa Rica le manifestó a la Prensa: «La primera fecha nos fue muy mal, porque cometimos imprecisiones en acciones defensivas, y hoy hemos trabajado para resolver esos problemas, hemos tenido una buena sesión de trabajo táctico y este miércoles vamos a volver a trabajar».

Por su parte el Presidente de la Federación Cubana; Luis Hernández fue más optimista: «Veo a los muchachos muy bien, con un estado de ánimo muy alto, en busca de erradicar los errores que tuvimos en el primer partido, vamos a ver algunas variantes en la defensa cubana, que jugó muy en línea contra Costa Rica».

¿Y ahora? ¿Qué le dicen ustedes directivos a la afición? Esa que llegó a creer que de verdad “si se puede”, una frase que tiene un sello, pero cuando se trata de la realidad objetiva. Lo irreal y subjetivo debe tener una dosis de discreción, eso forma parte de la humildad del pueblo.

Urge buscar alternativas y esas no son jugando entre nosotros, los jugadores cubanos necesitan roce de alta competencia. Se ha dicho que hay individualidades, se necesita team-work para saber consolidar estrategias.

Hace falta mayor atención a las áreas deportivas en la base, vestuario para los niños y adolescentes, balones para jugar. De lo contrario seguiremos con el mismo cuento de nunca acabar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario