miércoles, 8 de junio de 2011

Había una vez…


Por: Álvaro Álvarez Díaz
Foto: Cubasi

Así iniciaba mi querida y recordada madre, una ceremonia que se convirtió en cotidiana cuando la intención era que, nos fuéramos a la cama a descansar en los brazos de Morfeo. Un cuento, a veces real, en otras ocasiones historia inventada por ella misma para poder conciliar el sueño.

Quiero decir: me resultaba fácil asimilar aquella disertación de trances por la que pasaba el imaginario personaje para concluir en un sublime final. Ella era genial en eso, siempre dejaba un mensaje, nunca un ápice de violencia todo lo contrario.

Hasta aquí todo bien. La ilusión infantil tiene, como es lógico, su etapa; lo que sí es difícil, muy difícil, es admitir después de cinco décadas de vida que alguien pretenda hacer cuentos, o trate de imponer criterios, sean especializados o no, incluso defendiendo estrategias y tesis que, en algunos casos no surten efecto porque sencillamente la mayoría de los aficionados han aprendido y ampliado su cultura deportiva.

En días recientes, un joven que tiene la posibilidad de ver partidos de fútbol, baloncesto y béisbol de la llamada alta competencia sostuvo un análisis muy bien fundamentado, por cierto, y enseguida surgieron las comparaciones; los de mayor edad se aferraron a sus puntos de vista que, justo es reconocer, se han quedado detenidos en el tiempo.

Por suerte, la mayoría logra entender la realidad. Surgen alternativas: es preciso lidiar con lo que constituye la élite en el universo deportivo, de lo contrario será evidente el retroceso. Hoy los deportes colectivos en Cuba no cuentan con el dominio demostrado antaño, ni siquiera en el área.

Entonces, se impone cambiar el enfoque, las declaraciones llevan implícito una dosis exagerada, a nuestro juicio, de optimismo que, después se convierte en frustrante decepción: ¿Es secreto, el notable descenso cualitativo de los equipos cubanos de baloncesto, balonmano, fútbol, polo acuático y hasta el mismísimo voleibol ?.

Oportuno es dejar claro que no son pocos los aficionados reacios a admitir la participación de un seleccionado cubano en competencias que se convierten en pesadilla, a veces el desempeño termina en el ridículo.

A propósito de los lineamientos de la política económica y social de la Revolución, sería bueno analizar la presencia de elencos criollos en lides internacionales cuando realmente no hay posibilidades reales de subir al podio. ¿Por qué? Ahh, porque la estancia, la inscripción en cualquier certamen le cuesta al país y es preciso también tener en cuenta la economía.

Lo otro tiene que ver con las falsas expectativas, eso que nos hace recordar las historias de mi madre para conciliar el sueño. Si el equipo cubano de balompié está distante de la calidad del resto de los participantes; ¿para qué fue?. Agrego a esto: una selección masculina entrena para intervenir en el Preolímpico de baloncesto de las Américas en Mar del Plata, ¿para qué?.

Técnicos y especialistas tratan de convencer, pero los argumentos carecen de elementos significativos. Si el once cubano no es capaz de mostrar carácter en un choque de entrenamiento ante un conjunto como el nicaragüense, sin ningún tipo de historia, ni calidad sobre la cancha; ¿qué hace en la Copa de Oro?.

Situación similar es la del baloncesto. En el área de Centroamérica y el Caribe no nos respetan, hemos perdido espacio entre los de vanguardia. Lo anterior indica que debemos ser realistas a la hora de hacer declaraciones, los rivales también cuentan máxime cuando son antagonistas con calidad superior a la nuestra. No es ético sobredimensionar lo que no es objetivo. Los tiempos cambian y el presente nada tiene que ver con el pasado.

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