lunes, 11 de octubre de 2010

Cuidado con los excesos



Por: Álvaro Álvarez Díaz
matancero@gritodebaire.icrt.cu

De algo debemos estar convencidos los encargados de trasladar estado de ánimo a la sana afición deportiva de este país; el optimismo es una cosa y la vanidad, es otra. He comprobado que, en ocasiones nos excedemos a la hora de emplear adjetivos para calificar el desempeño de los atletas cubanos en los certámenes internacionales en que participan.

Es absurdo creernos el ombligo del mundo, los demás también se preparan, también sufren ante cada derrota, sienten por su país. No es ético minimizar el triunfo del rival descalificando el accionar del equipo nuestro.

Finalizó el mundial masculino de voleibol, en Italia; adonde asistieron los mejores elencos del planeta según correspondió en el sistema de clasificación por continentes. Algunos quedaron en el camino porque la calidad no es igual a los que lograron avanzar, otros de los llamados grandes, evidentemente, no tuvieron un buen torneo, aunque eso no quiere decir que no están en la élite.

Rusia, Argentina, Polonia, Bulgaria, Italia; son equipos con los que siempre hay que contar para emitir vaticinios en cualquier competencia. Sin embargo no pudieron llegar al podio. Brasil, Cuba y Serbia, por ese orden, se ubicaron en los puestos de privilegio, para demostrar que los especialistas no estaban errados. Brasil es el gran favorito, eso no lo puede discutir nadie, campeón de los dos últimos mundiales y de la Liga 2010.

Serbia; un equipo muy cohesionado, con jugadores talentosos y un atacador-auxiliar: Iván Miljkovic, que es un azote para cualquier antagonista, además de tener un armador de excelencia como Nicolas Gbirc. Cuba un seleccionado joven con jugadores muy capaces pero, muy temperamentales, inestables sobre la cancha, se dejan impresionar y este elemento es determinante en partidos de alto nivel.

A esa instancia el equilibrio emocional decide, no basta con ser valiente, se trata de utilizar la inteligencia y en eso el pasador debe ser el mayor influyente, él prepara la acción, incluso decide en la mayoría de los casos, porque el éxito de un atacador se gesta precisamente en un buen pase.

Hasta aquí, basta de intentos de disertación técnico-táctica, eso le corresponde al colectivo de dirección que por cierto lo considero muy calificado.

Donde quiero detenerme es en el andamiaje mediático, el tratamiento que se les da a los atletas y equipos cubanos cuando compiten en el extranjero, la expectativa que creamos entre los aficionados. A veces la misma prensa le hace sentir un sentimiento de culpa a los atletas cuando no cumplen con lo que ellos vaticinaron. Cualquiera piensa que son invencibles, que si no es la medalla de oro fue un desastre la actuación, incumplieron con el pueblo.

Es hora de hacer valer las virtudes de los atletas cubanos sin exageraciones, sin hacer comentarios apologéticos. La afición cubana no es ignorante, ha aprendido y sabe valorar sin necesidad de que traten de imponerle criterios.

Lo peor ocurre cuando un boxeador, pelotero, voleibolista, yudoca o luchador; por solo mencionar algunos no cumple con los pronósticos. Un cubano sube al podio a recibir una medalla de plata o de bronce y se muestra triste, pero…¿cómo es posible? ¿Acaso no existe el mundo?. Hoy recibir una presea de cualquier color es una hazaña, los tiempos han cambiado, todo el mundo se prepara, y existen atletas excelentes en los lugares más inimaginables.

Toda la admiración que corresponde a los integrantes del equipo masculino cubano de voleibol, es cierto que no se esperaba una pollona en la final (3-0: 25-22, 25-14 y 25-22) después de la grata impresión que dejaron en el partido ante Serbia, pero así es el deporte. Se enfrentaron al mejor equipo del planeta y gran favorito y…. ¡¡¡ustedes son los segundos!!!...¡FELICIDADES, ADELANTE!

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